También se la conoce con el nombre de doradilla o planta de la resurrección.
Entre los usos mágicos que le han dado las distintas culturas, destacan la propiedad de bendecir y proteger casas y atraer la suerte, el dinero y la fortuna a los negocios. Pero los beneficios de este auténtico talismán viviente no acaban aquí: los que decidan poner una Rosa de Jericó en su vida y trabajen con ella, experimentarán mejoras en su salud, vida en pareja o matrimonial, exámenes, en el trabajo, los negocios, la prosperidad económica o en la suerte de sus vástagos.
LEYENDAS
Son varias las leyendas que tienen como protagonista a la Rosa de Jericó. Por ejemplo, una de estas historias nos ha llegado desde la época medieval: en el siglo XIII, un caballero catalán llamado Guillaume, perteneciente a la nobleza de Vallespir, regresó de las cruzadas con varias de estas plantas convencido de las propiedades mágicas que se le asignaban en Oriente. Al llegar a su tierra se encuentra con que su hijo había contraído la lepra, la enfermedad más letal en aquellos tiempos. El caballero, movido por la fe ante tal triste suceso, decide ir a recoger agua bendita de una iglesia cercana y poner en ella una Rosa de Jericó. Siguiendo la tradición ocultista de las novenas, la tuvo allí durante 9 días y después hizo que su hijo se lavara la cara en esa agua. Según la leyenda, el joven curó casi de inmediato, lo que dejó perplejos a todos los que allí se encontraban.
Otra leyenda cuenta que cuando Jesús se encontraba orando en el desierto, una Rosa de Jericó que el viento empujaba a su antojo, quedó parada a sus pies. Al amanecer, la humedad del ambiente se transformaba en gotas de rocío que quedaban posadas delicadamente entre las ramas de la planta. Jesús recogía estas gotas con sus dedos y se las llevaba a los labios para calmar su sed, después de haber pasado toda la noche rezando.
Otra leyenda hace referencia a cuando María y José huían de Belén con el niño Jesús para evitar que Herodes pudiera asesinarlo. Cuando estaban atravesando las llanuras de Jericó, María se bajó del burro y al tocar el suelo brotó una Rosa de Jericó para saludar al niño. Dicen que cuando Jesús murió en la cruz, todas las rosas se marchitaron, y tres días después, coincidiendo con la resurrección, volvieron a la vida de nuevo. Otra versión dice que la Rosa surgió como símbolo de la energía que se difundió especialmente en esa zona al morir el Cristo y derramar su sangre por nosotros.
En la Biblia se hacen varias referencias a la Rosa de Jericó, de las que entresacamos esta en las que se cita textualmente: “Crecí como palmera en En-Gadi y broté cual rosa de Jericó; como magnífico olivo en la llanura, y crecí como el plátano…” . (Elogio de la sabiduría, capítulo 24, versículo 24).
MANTENIMIENTO DE LA ROSA DE JERICÓ
Si hemos adquirido una Rosa de Jericó por primera vez, buscaremos un cuenco, plato hondo o pecera de materiales naturales (barro cocido, madera, cristal, monterita…) donde colocarla. Los recipientes de materiales sintéticos no son tan afines y resultan mucho más bastos a la hora de dejar pasar las energías.
A los tres días, cambiaremos el agua, y a partir de esta vez puede hacerse cada dos semanas. La primera vez debe ponerse en el agua un martes o viernes a las nueve de la mañana o tres de la tarde. Esta operación debe realizarse siempre a la misma hora, tanto la primera vez que le cambiemos el agua a los tres días como en las veces sucesivas. También, cada vez que cambiemos el agua o queramos pedir algo en especial, recitaremos esta oración:
Divina Rosa de Jericó. Por la bendición que de nuestro Señor Jesucristo recibiste, por la virtud que tú encierras y por el poder que se te concedió, ayúdame a vencer las dificultades de la vida, da paz, prosperidad, alegría, salud y felicidad a este hogar en donde tú estás, al igual que a sus moradores, protégelos de cualquier enfermedad y mal. Divina Rosa, todo esto te lo pido en virtud de todo aquello que tú encierras, en y por amor de Cristo Jesús. Amén.
Si el agua se pone turbia los primeros días, es que efectivamente está ejerciendo su acción vibratoria y purificante del lugar. Es preferible que permanezca sumergida dentro del recipiente, para lo cual podemos añadir agua siempre que sea necesario. Si el agua está clara, es señal de que todo va bien.
El agua, naturalmente, juega un papel primordial, pues en ella vive y debe “trabajar”. No es recomendable mantenerla con el agua del grifo, sobre todo si vivimos en una gran ciudad, por la cantidad de sustancias que trae consigo. Para que la doradilla se encuentre en óptimas condiciones, utilizaremos agua de pozo, manantial o mineral. Aunque si pretendemos llevar a cabo algún trabajo mágico recomiendo el agua de lluvia. Si es recogida en una noche de luna llena mucho mejor, ya que su magnetismo es elevado y es más poderosa.
No olvidemos colocarla en un lugar donde le pueda dar la luz del sol, pues como vegetal que es, necesita hacer la fotosíntesis.
No es aconsejable poner más de una doradilla en el mismo recipiente, ya que cada planta trabaja a su ritmo y por su cuenta, y se interferirían unas con otras.
Una vez finalizado el ciclo vital de la planta, podemos utilizar los restos para confeccionar saquitos de la suerte, pues sigue conservando sus poderes durante bastante tiempo. Para ello, la podemos mezclar con ruda, muérdago y coriandre o lágrimas de Balaal, que combinan perfectamente con ella.
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