Podemos utilizar este ritual cuando se estén dando en nuestra vida o nuestra casa una sucesión de hechos extraños, tengamos la sospecha de que hemos sido víctimas de un mal de ojo, para limpiar una vivienda antes que entrar a habitar en ella, etc. Actuaremos de la siguiente manera:
Cogeremos tres Rosas de Jericó y tres velas de colores verde, roja y blanca.
Un lunes por la noche, pondremos en un rincón de la casa tres boldos de agua con una flor en cada uno de ellos.
Los tres recipientes deberán formar un triángulo de lados más o menos equivalentes, entre los que colocaremos las tres velas antes mencionadas, y a las que habremos frotado previamente con aceite de mandrágora. Las encenderemos durante tres minutos cada día, y durante nueve días, recitaremos en voz baja esta oración poniendo mucha fe:
“Por la santa llama de Melquisedec,
por la flor divina que renace,
por los colores de San Alejo (verde, blanco y rojo)
que el mal que mi casa está sufriendo,
por las tres fuerzas divinas (hacer la señal de la cruz)
desaparezcan para siempre de mis aposentos.”
Una vez terminados los rezos y oraciones y pasados los días indicados, cogeremos los restos de las velas, las flores y el agua y los tiraremos a la basura, pues todas las malas vibraciones que pudieran existir en la casa habrán quedado impregnadas en estos restos. No dejar que los niños pequeños toquen estos restos tampoco.
Para afianzar el ritual y como medida preventiva y de seguridad, se puede poner una nueva Rosa de Jericó en la casa para que siga transmutando las vibraciones.
PARA CONSEGUIR TRABAJO
Una vez tengamos hecho el papelito, enrrollarlo alrededor de un pequeño imán o piedra magnética (la magnetita también sirve) hasta formar un pequeño paquetito que ataremos a las raíces de la planta, teniendo en cuenta que el peso no sea abusivo. A continuación recitaremos durante 28 días (de luna llena a luna llena) la siguiente oración:
“Santa Rosa y San Pancracio,
esta ofrenda os hago yo,
con deseo limpio y puro,
y la gran ilusión,
que el trabajo serio y largo
llegue hasta mi corazón.”
Una vez acabado el trabajo enterraremos la flor en algún lugar de nuestro jardín o balcón, para recoger toda su protección.
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